domingo, 17 de marzo de 2013

CAPITULO 5


Alex:
Llegar al castillo y verla en el suelo arrodillada con todos alejados fue lo único que necesitaba. Corrí hacía ella rápidamente mientras ella se derrumbaba. Me tire en el suelo y derrape justo a tiempo de llegar y cogerla sobre mis rodillas.

La agarre en brazos y me levante rápidamente. Corrí hacia su habitación con todos los demás detrás.

- Por favor Alex no te vayas-  me susurro agarrándose a mi camiseta.

- Tranquila te prometo que no te voy a dejar.

Llegue a su habitación y la coloque en su cama. 
Su prima, sus abuelos y su tío daban vueltas de un lado para otro. Yo solo me quede a su lado observándola.  ¿Pero que me había hecho?  Era la pregunta que mas giraba en mi mente. Si la había ignorado al principio y fue aposta, nunca me imagine que fuera ella aquella pequeñaja que intentaba distraerme cuando su padre me daba clase. Tengo 24 años y soy el “hijo adoptado” de su padre más o menos.
 Fui abandonado a muy temprana edad y los padres de Maddie me acogieron, me educaron, me enseñaron y me dieron amor. Es como si fueran mis padres no podía sentir esto. ¿Qué iba a hacer?

Vino un medico y dijo que se desmayo por agotamiento y estrés. Todos se fueron y me quede solo con ella.

Todavía llevaba ese vestido azul y los tacones. Debía de estar incomoda. 
Me acerque y le quite los zapatos con cuidado, los deje al borde del armario. Abrí el armario para buscar algo que ponerle. “Mierda” No había nada y tampoco me iba a poner a buscar en su maleta. Decidí salir para que Casandra le trajera algo, pero en cuanto me acerque a la puerta un círculo de llamas la rodeo y una corriente susurro “Lo prometiste”

- Genial.

No me quedaba otra. Me quite la chaqueta y a continuación la camiseta. Comencé a quitarle el vestido. Lo que me faltaba ¿esta chica como podía vestirse así? Nunca me la imaginé con ropa interior de lencería, no iba negar que la chica estuviera genial. Tenía unas curvas perfectas y unas piernas que bajaban largas desde su cadera. Rápidamente le puse mi camiseta no podía seguir mirándola:

- ¿Alex?- susurro.

- Si, tranquila yo estoy aquí- le acaricie el pelo.

Ella me rodeo el cuello y me atrajo hacia ella hasta quedar encima de ella.

- ¿Qué haces?- le pregunte.

- No sé.

La toque y estaba ardiendo:

- Mierda debes de estar ahora mismo como borracha.

Se rio:

- ¿Quién sabe? ¿Me has emborrachado?

- Jamás haría esa cosa- Le conteste consternado porque pensara eso y lo peor, aún estaba sobre ella.

- ¿Por qué nunca lo harías?- me pregunto con una sonrisa.- ¿Es que te gusto?

Lo que me faltaba, ¿Qué iba a hacer yo ahora?  ¿Le contesto que sí?, ¿qué me gusta demasiado para que después no se acuerde?

Sus brazos tiraron más de mi cuello hasta que nuestras narices se tocaron.

- Pues que sepas que tu a mi me encantas- y se acerco mas.

Estampo sus labios con los míos y casi grito. Sus labios quemaban y mucho. Pero aun así le seguí el beso, que por cierto me encantaba aun con ese dolor terrible en mis labios. Le agarre la cara con mis dos manos mientras le acariciaba la mejilla, ella comenzó a bajar sus manos por mi pecho.

Mi mente se encendió de repente cuando note que volvía a desvanecerse en mis brazos. Me aleje de ella y toque mis labios que ahora ardían:

- Me gustas demasiado. ¡Pero qué he hecho!- pegue una patada a una silla que salió disparada hasta chocar con la pared, menos mal que estaban hechas para soportar cualquier cosa porque sino ya hubiese quedado echa añicos.

Recogí la silla y la volví a colocar en su sitio. Me senté sobre ella frente la cama e intente dormir.

Me desperté cuando el sol comenzaba a salir, desde que la bese solo soñé con ella y no iba a mentir me había encantado. Me dolían algo los labios así que me levante y me dirigí al cuarto de baño de la habitación.

Maddie:

Me volví a revolver sobre la cama, me estire y abrí los ojos con dificultad por culpa del sol. Contemple el techo que eran unas cortinas que cubrían la cama. ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué había pasado después de sentir como si me estuviese quemando y pedir ayuda a esos elementos que había descubierto que podía controlar?

Me pase la mano por el pelo resoplando. De repente vi mi muñeca, una sonrisa apareció en mi cara. En mi muñeca se encontraba un perfecto tatuaje del signo del infinito y debajo ponía “INFINITY” Al menos era precioso y bonito. 
Me incorpore sobre la cama y contemple toda la habitación. Un recuerdo vino a mi mente: Alex

- “¿Cómo es posible que me pueda haber hecho esto? No iba a poder besar a nadie en bastante tiempo y lo peor como le explico lo que ha sucedido” –oí en mi mente.

De repente Alex apareció por el baño con la cara mojada, tenía los labios hinchados y rojos y sin contar las marcas de unas manos sobre su pecho desnudo… ¿Desnudo?

Me mire y vi como yo era la que llevaba su camiseta.

- ¡Oh dios mío!- grite saltando de la cama.

Me acerque a él:

- ¿Dime que no ha pasado lo que creo?

No me contestaba. Así que decidí leer en su mente y pude ver perfectamente imágenes de lo que había sucedido.

Mi cara de asombro fue mayor:

- Veo que no te acuerdas de nada, es mejor.

- Lo acabo de ver en tu mente.

Me miro asombrado:

- Genial, ¿hay algo que no sepas hacer o controles?- me pregunto molesto.

- Siento mucho mi comportamiento de ayer. – mientras me acercaba a él.

Me miro enfadado y me dijo:

- Pues yo no, ojala hubieras estado consciente.- su mandíbula se había tensado y sus manos estaban hechas un puño.

Unas palabras pasaron por su mente:
 “Me gustas demasiado”

Decidí ignorarlo. Me acerque a él para ver como tenía los labios por mi culpa, pero se alejo enfadado:

- ¿Qué te hice?

Me miro furioso:

- Besarme mientras ardías. ¿Sabes que todo esto es tú culpa?

- ¡Pues haberte ido!- le conteste ya realmente cabrada.

- ¡No podía!- me grito mientras se acercaba a la puerta.

De repente un circulo de fuego rodeo la puerta. Chasquee los dedo y el circulo desapareció y por lo tanto Alex abrió la puerta y se fue corriendo dando un portazo.

Me senté en la silla y supe que iba a ocurrir. Lagrimas comenzaron  a caer por mis ojos. Todo esto era nuevo para mí. Sentí que no encajaba en este lugar ni en ningún otro. Era algo inevitable que sabía que tarde o temprano iba a pasar.

La puerta se volvió a abrir. Levante la cabeza de entre mis manos y pude ver como Alex me contemplaba triste.

- ¿Qué quieres? –le dije.

Se acerco y se agacho hasta que nuestras miradas se encontraban una con otra:

- Lo siento-  y me quito los restos de las lágrimas que quedaban en mis mejillas.

- No lo siento mucho, yo no sabía lo que hacía y…

No pude terminar porque Alex pego sus labios con los míos. Al principio no me moví seguí algo confusa. “A la mierda, sí que me gusta”

Enrede mis manos en su pelo y continúe con su beso. Tire de el hacia mí, me estaba volviendo loca sus labios, eran tan suaves, fieros y dulces a la vez. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo, como si fuera adrenalina y un pequeño cosquilleo en el estomago que pedía mas de sus besos. Nuestras bocas no se querían separar pero comenzaba a faltarnos el aire. Nos separamos y juntamos nuestras frentes respirando entrecortadamente:

- Me gustas y demasiado. – Me dijo con una sonrisa.

- Imbécil – le dije con una sonrisa.

- ¿Y tú tienes algo que decir?

Le saque la lengua infantilmente y el sonrió ampliamente:

- Vale lo admito, como dije ayer me encantas.

Se levanto, agarro mi mano y tiro de mi metiéndome en sus brazos y comenzó a hacerme girar como un loco.

- Vale, vale, pero bájame por favor.

Me dejo en el suelo.

- Haber- le agarre la barbilla y le mire los labios.- No te muevas.

Coloque mi mano sobre sus labios y otra en su pecho.
“Aire frio por favor ven y refréscale. Hierbas medicinales pertenecientes a la naturaleza por favor venir y curar lo que vuestros elementos han provocado”
Un fulgor azul blanquecino apareció en mis manos. Note como Alex se relajaba y suspiraba de alivio.
“Gracias” Y el fulgor desapareció.

Quite las manos y pude ver como las quemaduras habían desaparecido sonreí ampliamente.

- Tengo una condición- Alex abrió los ojos de golpe.

- ¿Qué condición?

- Sigues siendo mi mentor y profesor así que nada de rozamiento y cariños en pleno entrenamiento. Necesito controlarme y aprender a utilizar todo esto así que si necesitas ser algo duro, selo.

- Vale – sonrió y se acerco para juntar otra vez sus labios sobre los míos.

Un toque en la puerta y un tosido hizo que nos separásemos.

- Veo que ahora os lleváis genial- me guiño un ojo Cassandra.

- Yo me tengo que ir- Me miro- te espero abajo dentro de un rato para empezar con el entrenamiento.- Me beso la frente y esquivo a Cassandra para salir por la puerta.

- ¿Pero qué es esto?- me pregunto Cassandra mientras cerraba la puerta.

- Por favor me tengo que arreglar y…

- ¿Llevas la camiseta de Alex y por eso estaba el sin camiseta?

Asentí:

- Cariño esta buenísimo.

Me reí:

- ¿Qué me pongo?

- Algo sexy- dijo con una sonrisa traviesa.

- Le dije que cuando practicásemos fuera mi profesor y punto.

- Pero se puede tentar al profesor ¿no?- dijo mientras abría mi maleta y sacaba un pantalón corto deportivo junto a una camiseta de tirantes.

Me las lanzo y me metí al baño. Me puse todo, agarre unas zapatillas, me recogí el pelo en una coleta bien alta.

Siento no haber publicado durante todo este tiempo pero por motivos como las clases y los examenes finales no he podido, por eso doble capitulo bien largo ;) Espero que os gusten comentar. Besos.
Firmado: Sarus


CAPITULO 4


La comida fue extraña solo asentía y sonreía. 

Subí a la que era mi habitación. Y otra sorpresa mas ¿Qué pasa aquí todo es de en sueño?
Ya no aguantaba más esta sensación necesitaba salir y descargarla.

 Corrí por las escaleras con el vestido y los tacones. Abrí las enormes puertas y me dirigí rápidamente al establo. Comencé a buscar un caballo y vi uno precioso marrón claro. Le acaricie y pareció aceptarme. 

Le coloque la montura rápidamente y me monte encima de él. Necesitaba unas flechas y no había cogido las mías. Vi a un guerrero parado con unas:

- Deme sus flechas y su arco guerrero.

El me las entrego haciendo una reverencia:

- Gracias.- Agite las correas y le di con el pie para que volviera el precioso caballo a correr.

Los caballeros al verme iban abriendo todas las puertas para que pudiese salir.

Fuera del bosque aceleré el paso, pero oí los cascos de otro caballo seguirme. Hice que mi caballo acelerara más y paramos en un claro rodeado por un círculo con árboles. Cada árbol tenía una diana pintada.

Me baje respire profundo. Me coloque el carcaj con las flechas en la espalda y me situé en el centro del claro. Saque una flecha y la coloque sobre la cuerda que había sobre mis manos. Tire de la cuerda agarrando la flecha, hasta que la cuerda me rozo la mejilla. Cerré un ojo y divise el objetivo de mi diana. Cuando lo tuve visto, solté la cuerda y la flecha voló rectamente justo hacia el centro de la diana. Comencé a hacer este proceso más rápidamente dando a todos y cada uno de los arboles con una diana pintada. No falle ninguna y eso hizo que esa sensación que me frustraba desapareciera. 
Iba a lanzar mi última flecha cuando por instinto me quede en silencio y oí el crujido de unas ramas.

Me gire hacia de donde venia el ruido y apunte fijamente:

- Sal de ahí de una vez- dije con voz normal.

De entre la oscuridad de los arboles apareció Alex, no sé si fue el asombro o porque, pero por alguna razón aun desconocida solté la cuerda y  la flecha se dirigió hacia el centro de la cabeza de Alex. El rápidamente se alejo y la flecha dio a la diana que había en el árbol de detrás.  

- Siento lo de antes, pero no es para que quieras matarme- me dijo con una sonrisa.

- Lo siento, no sé qué ha pasado. Pero te lo mereces.- le dije mientras me giraba.

- Lo siento es que no te había reconocido, estas mas…- se toco el pelo frustrado.

Le mire:

- ¿Mas qué? 

 - Mas grande, mas cambiada, distinta, y…

- ¿Te gusta dejar las frases sin terminar?

Me miro y sonrió:

- Y más guapa.

Note como mis mejillas se volvían rojas.
- Comencemos desde ahora tu entrenamiento, dame el arco.

Se lo lance y lo cogió al vuelo. Saco la flecha de la diana. La coloco sobre el arco y me apunto directamente al pecho.
- ¿Estás loco?- le dije mirándolo horrorizada.

- Si, pero necesito que desvíes la flecha con tus poderes.

- Vale.

Tiro de la cuerda y la soltó. La flecha comenzó a dirigirse hacia mi pecho.

- ¡No estoy preparada! – Grite asustada.

La flecha se desvió de su camino y volvió a las manos de Alex.

- ¿Tienes poderes?- le pregunte asombrada por lo que acaba de hacer.

Sonrió:

- Fui estudiante de tus padres, ¿de qué crees que fui estudiante? Venga otra vez.

Volvió a hacer lo mismo que antes. La flecha volvía a venir directa hacia mi pecho. Alce las manos, solo pensé en detener esa flecha. La flecha se detuvo, sonreí y la hice girar al movimiento de mis manos hacia él. El sonrió e hizo que la flecha volviera a mí.
 La esquive sin darme cuenta y mi instinto hizo que señalara la flecha con la mano y esta se paro. Sonreí intencionadamente y esta volvió a mis manos. La agarre entre las manos, una corriente naranja surgió de mis manos y la flecha se hizo ceniza. 
Mire a Alex y me miro sorprendido. Sople sobre las cenizas y estas desaparecieron en el aire. Me quede cruzada de brazos y Alex me miraba intrigado. La flecha de repente se materializo frente  él, la detuve. Hice que el viento arrastrara la flecha hacia una de las dianas y se clavara justo en el centro. 

Quería intentar una cosa. Me agache y toque el césped que había bajo mis pies con la mano. Pensé en mi flor favorita: la rosa. Cerré los ojos y me imagine crecer una preciosa flor en ese césped.

Abrí los ojos y pude ver como una rosa crecía rápidamente. Sonreí y la agarre entre mis dedos. La flor como si yo se lo hubiera mandado se desprendió del césped con cuidado.
Alex no daba crédito a lo que veía, o al menos era lo que demostraba su cara de asombro.

Poco a poco me fui acercando a Alex que se echaba para atrás hasta quedar pegado a un tronco. Me acerque y apoye mi mano en el tronco detrás de el, pensé: “Atrápale”. Me acerque a su oído y le susurre:

- Vuelve a llamarme pequeña y será peor.

Me aleje de él y vi como una  planta enredadera le comenzaba a rodear el cuerpo hasta dejarlo inmovilizado.  

Me volví al centro del claro. Me coloque la rosa en el pelo, sobre la oreja. Silbé y apareció el caballo marrón, de  un salto monte rápidamente sobre él. Antes de irme le mire y le lancé un guiño junto con un beso. Pensé: “Por favor en cuanto desaparezca entre esos árboles suéltale” Sentí como si la naturaleza me susurrara un “Por supuesto”. “Gracias” conteste mentalmente.

Agite las correas y el caballo se puso en marcha rápidamente haciéndonos desaparecer entre los árboles, me gire una vez y vi como la enredadera iba desapareciendo.

Jamás me había sentido así. Me sentí fuerte y podía sentir cada cosa a mí alrededor. El aire me agitaba el pelo con delicadeza y la naturaleza brillaba por sí sola. Las flores de repente todas estaban abiertas mirándome con su precioso brillo y distintos colores.

No me di cuenta hasta que me gire, por donde pasaba el caballo conmigo aparecían pequeñas flores y un césped de un verde brillante.

El caballo me llevo solo hacia el castillo.

Era un puente enorme de piedra blanca hasta llegar a la puerta, pero al verme la abrieron. Corriendo por el puente vi como se volvía a crear un camino de césped verde y brillante. Los guerreros y guardias miraban asombrados a mi paso. Rodeamos la fuente que había frente la puerta de la entrada al castillo. Me baje y le di un beso al caballo en su hocico y este se restregó en mi mejilla. 

Subí corriendo las escaleras y abrí las puertas rápidamente me encontré en la sala de entrada. Mi abuelo y abuela estaban esperándome:

- ¿Dónde estabas? – me pregunto mi abuela preocupada.

- Estaba…- no pude terminar.

Un terrible dolor apareció en mi muñeca como si esta se quemara. Grite de dolor. Mi abuela y abuelo se acercaron:

- ¡Nos acerquéis! – grite al notar que estaba ardiendo.

Note como mi cuerpo comenzaba a brillar de un color rojo, este color cambio al verde, al blanco y por ultimo al azul. Parecía una lámpara que cambiaba de color. El dolor se hacía intenso en mi muñeca y comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Mis piernas no aguantaron más y me derrumbe de rodillas. Mi prima y mi tío entraron corriendo, se fueron a acercar:

- ¡He dicho que nos acerquéis! – grite.

Mi voz se amplifico y retumbo en todo el castillo. Todas las velas del castillo, que eran muchas, se encendieron de golpe.

Todos se giraron a ver lo ocurrido. Volví a gritar al sentir una especie de descarga y volvieron su atención hacia mí.

- Por favor hija déjanos…- Susurraba mi abuela, pero la podía oír perfectamente.

- ¡He dicho que no!

Respire hondo y dije:
- Por favor agua apágame.

Ellos me miraban intrigados.

Un pequeño lago apareció arrastrándose desde la puerta como una serpiente de agua. Choco contra mi cuerpo y me cubrió toda. Sentí un frescor.

- Gracias.- y el agua se evaporizo.

- Por favor aire refréscame.

Una corriente fría apareció a mí alrededor elevándome del suelo y levantándome el pelo. Reí 
por las cosquillas que provocaba.

- Gracias.- y el aire me dejo en mi posición anterior sobre el suelo.

- Tierra reconfórtame, por favor.

Un manto verde apareció bajo mis pies arrodillados y pude sentir ese olor a césped y flores.

- Gracias- el césped desapareció.

- Por favor fuego caliéntame.

Mi cuerpo se encendió naranja y un calor especial recorrió todo mi cuerpo.

- Gracias a todos- el fuego desapareció.

Las puertas se abrieron de golpe, me gire a tiempo de ver como Alex corría hacia mí. Mi vista se volvió borrosa y me derrumbe, sobre los brazos de Alex, creo.

lunes, 28 de enero de 2013

CAPITULO 3


Subí las escaleras corriendo hacia mi habitación. Agarre un bolso bastante grande y metí la ropa que creía importante, pero prácticamente ropa cómoda. Agarre mi teléfono y algo indispensable para mí, la foto de mis padres.

Baje, metí la maleta en el maletero y me fui a meter en la limusina pero Cassandra me agarro y me pregunto:

- ¿A dónde vas así?

- Pues no lo sé- le dije sacándole la lengua.

- Anda ven- me agarro de la mano y me arrastro a mi habitación.

- Vete quitándote la ropa ahora vuelvo.

Me quite la ropa y me quede en ropa interior. Apareció Cassandra con un vestido corto, azul zafiro y unos zapatos de tacón. Rápidamente reconocí ese vestido:

- Es de mi madre- Dije mientras me lo deslizaba en el cuerpo. Me puse los zapatos.

- Estas preciosa. – Dijo mientras me sentaba frente mi tocador y me peinaba el pelo.- Ahora sí que estas perfecta. Vamos que tenemos un largo viaje.

Bajamos juntas pero antes de subirme a la limusina me dirigí al establo. Ahí estaba Strom, mirándome con cara triste. Me acerque a él y le acaricien el hocico, el se acerco a mí colocando su cabeza sobre mi hombro:

- Te quiero y no te preocupes pronto volveré. – Le di un beso y me aleje.

Me monte en la limusina y emprendimos nuestro viaje.

-¿Quién va a cuidar de Strom?- pregunte preocupada.

- Tranquila lo tengo controlado.- Me contesto Cassandra.

- Tienes que contarme algo.

- ¿Por dónde empiezo?

- Por el principio- le conteste mirando por la ventana.

- De acuerdo- Respiro profundamente y comenzó- Tus padres se casaron al pertenecer de la realeza, tu madre se salto las reglas- sonrió- y se caso con tu padre sin el permiso de tu abuelo. Comenzaron a gobernar un mundo distinto al que tú conoces, un mundo de magia y seres que no creías que existían. Mantuvieron la paz entre las distintas especies. Tu madre se quedo embarazada de ti y cuando te tuvieron no querían involucrarte en ese mundo por lo que se alejaron para vivir una vida normal junto a ti. Mantenían su reinado desde tu casa. No sabemos quién ni porque pero fueron asesinados. No podías reinar ni aprender a cazar hasta que consiguieras tus poderes y eso al fin ha ocurrido. Aunque tus padres comenzaron a enseñarte a defenderte y atacar desde antes por precaución.

- ¿Reinar yo?

- Si.

Sentí un miedo recorrer todo mi cuerpo y otra vez la luz en mis manos:

- ¡Pare el coche!

El chofer rápidamente me hizo caso. Me baje en la carretera y comencé a dar vueltas. Mis manos llameaban azules pero no me importaba solo pensaba en que iba a hacer cuando llegara ahí.

- Maddie por favor relájate.

- ¿Cómo quieres que me relaje?- grite y las llamas de mis manos aumentaron.

- Vas a tener ayuda de tus abuelos y vas a practicar, por favor relájate que te vas a estropear.

Poco a poco me fui relajando y las llamas azules de mi mano desaparecieron. Me monte en el coche y me senté a observar por la ventana.

El viaje en limusina solo fue hasta el aeropuerto el demás trayecto fue en un avión privado. Estuve observando por la ventana y vi como aterrizábamos una enorme isla en medio del océano.

Baje del avión e intentaba no ponerme nerviosa, cada persona que me veía me hacia una reverencia:

- ¿Cómo saben que soy yo?- le pregunte curiosa.

- Por eso- señalo mi cabeza y había una pequeña corona.

- ¿Cómo ha llegado esta corona aquí?

- Aparece cuando llegas a la isla.

- ¿Y nunca desaparece?

- Desaparece cuando se complete tu tatuaje real.

- ¡Qué bien!- dije con ironía- un tatuaje.

A la salida del aeropuerto nos esperaba otra limusina.

Recorrimos las calles de la isla hasta llegar a un puente que llevaba a un castillo de estilo cuento de hadas. Llegamos al castillo y varias personas me hicieron una reverencia antes de recoger nuestro equipaje.

Entre en el castillo y había una fila de mujeres a mi derecha y otra de hombres a mi izquierda, todos vestidos con sus uniformes. Mientras pasaba se agachaban uno por uno. Llague a una enorme escalera dividida en dos con un cuadro enorme de mis padres conmigo en brazos. Note como las lágrimas comenzaban a asomarse por mis ojos. Me las quite con el dorso de la mano sin estropear el poco maquillaje que llevaba:

- ¡Maddie!- Oí un grito detrás de mí.

Me gire y ahí estaba mi abuela y mi abuelo.

- ¡Abuela, abuelo!- me lance corriendo a sus brazos.

- Te hemos echado de menos mi niña.- me beso la frente mi abuelo.

- Haber que es lo que tienes- me dijo mi abuela sonriendo.

Me concentre y hice que la energía fluyera por mi cuerpo hasta sentir ese calor en mis manos. Al abrir los ojos me encontré de nuevo flotando en el aire, debía de ser la felicidad que sentía por ver a mis abuelos la que me hizo elevarme:

- Muy bien, tendrás que aprender a controlarlos.

Poco a poco me imagine descendiendo y baje con cuidado hasta el suelo. Me relaje otra vez y las llamas desaparecieron.

Comencé a sentir un ardor en mi muñeca y cuando la vi había un pequeño cacho de un tatuaje, que por cierto no sabía lo que iba a ser. Le enseñe la muñeca a mi abuelo.

- Muy bien poco a poco conseguirás tu objetivo.

Un grito se oyó y mi tío Tom apareció y me cargó en sus hombros

- ¡La reina Maddie!

- Tío bájame- le suplique.

Me bajo despacio. Me coloque de nuevo el vestido. Me gire a seguir charlando con mis abuelos:

- ¿Y Alex? – pregunto Cassandra guiñándome un ojo.

Unas puertas se abrieron de golpe:

- ¡Aumentar la vigilancia en todo el pueblo y máxima vigilancia en el castillo!- Grito un chico seguido de uno de los guerreros. Me dio la espalda y les hizo una reverencia a mis abuelos.

- Majestades, perdonen el grito solo intentaba aumentar la vigilancia para la pequeña Maddie.

¿Pequeña? Pero este tío que se cree.

- Alex- le llamo Casandra- ¿Cuánto tiempo?

Se dieron un abrazo:

- Si y que lo digas ¿y Maddie?

Estaba ciego ¿o qué?

Mi cara de furia no podía ser mayor y note ese picor en mis manos. Las llamas azules aparecieron y mis abuelos se asombraron:

- Por favor relájate.

Alex se giro y me miro. Nuestras miradas rápidamente se encontraron y entonces ocurrió, le escanee de arriba abajo. Tenía los ojos verdes como la hierba. Unos labios carnosos y rosados que toda mujer desearía besar. Su nariz era recta añadiendo perfección a su duro pero dulce rostro. Su pelo marrón despeinado hacia arriba le daba más atractivo. Su cuerpo musculoso, pero no llegando a parecer un colchón con tantos bultos, tenía una forma que le hacía irresistible.

Vi su cara de asombro y rápidamente hizo una reverencia hacia a mí. Necesitaba relajarme aunque sabía que esta furia no iba a desaparecer del todo. Mis manos dejaron de centellear.

- Ustedes dos necesitan hablar así que les esperaremos en el comedor.

Todos desaparecieron y quedamos solo él y yo en esa enorme entrada.

Sin mirar atrás me dirigí a una enorme terraza que daba al bosque que rodeaba el castillo y se podía ver la ciudad desde allí. Agarre la barandilla con mis manos fuertemente:

- Lo siento.- me dijo.

- ¿Por qué?- le pregunte sin dejar de ver ese paisaje.

- Por lo que acaba de suceder.

- No tiene importancia.

Se apoyo en la barandilla:

- Tus entrenamientos comienzan mañana.

- Lo suponía- le conteste.

Me gire le sonreí y camine hacia el comedor, que por algún casual sabia donde estaba.

El caminaba a unos cuantos metros de mi pero nunca acercándose.
 
Siento haber tardado en publicar, las clases me roban la mayoria de mi tiempo asi que casi no encuentro espacio para publicar. Por eso como recompesa he publicado dos capitulos y este se lo dedico a Ernesto que se que le va ha hacer ilu jajaja. No tardare tanto esta vez os lo prometo ;)
Espero que os gusten. Besos y comentar :)
Firmado: Sarus
 

CAPITULO 2


Entre a nuestra clase y me dirigí a mi sitio pero me lleve una sorpresa. Un chico de pelo marón y ojos marrones muy clarito estaba sentado en mi sitio. Era musculoso y parecía mayor. Llevaba una chaqueta de cuero que le marcaba sus bíceps, una camiseta negra que le marcaba los abdominales y unos pantalones negros. Me mordí el labio y no pude evitar pensar que era atractivo. Despeje mi cabeza, sacudiendo la cabeza hacia los lados.

Me acerque a él:

- ¿Perdona este es mi sitio?

Levanto la cabeza y me inspecciono.

- Búscate otro.

- No quiero, este es mi sitio.- le dije desafiante.

La clase comenzó a mirarnos:

- ¿Acaso pone tu nombre?- me contesto él.

Deje los libros sobre la mesa de Nataly que se sentaba a mi lado y agarre un lápiz.

- Si, mira.- mientras escribía mi nombre.

Agarré y me senté sobre la mesa, me acerque a él y le dije:

- Maddie, aquí está sobre la mesa.

Todo el mundo comenzó a reírse y atisbe una pequeña sonrisa en los labios de ese chico. Mientras se levantaba se acerco a mí y me susurro al oído:

- Pronto estará en esa mesa el nombre de Justin.

El profesor entro y me senté en mi sitio feliz.

Las clases pasaron rápido y ya era la hora del almuerzo. Todo el mundo estaba sentado en sus mesas charlando con sus amigos excepto Justin que se encontraba solo.

Me senté con mis habituales amigos. Estaba sentada sobre la mesa absorbiendo un pequeño zumo de brik, Max se acerco:

- Hola Maddie.

- Hola Max- le di el habitual abrazo que le daba siempre.

Vi como Justin nos miraba fijamente desde su sitio. Tenía una bandeja delante pero no comía solo mantenía sus manos dentro de los bolsillos. ¿Qué estaría pensando? –Me pregunte

- “¿Por qué esa chica…”

- ¿Me oyes?- me pregunto Max.

- Lo siento que decías- Había vuelto a pasar, le había leído la mente hasta que Max me interrumpió.

- ¿Vas a celebrar al final tu cumple?

- Sí, pesado.

- ¡Bien! Así me gusta.- Me revolvió el pelo y se fue.

Me quite mi gorro de lana, me arregle el pelo y me lo volví a poner.

Baje de la mesa decidida y comencé a dirigirme a la mesa solitaria de Justin. Antes tire mi brik de zumo a la papelera que había atrás y acerté.

- ¿También es esta tu mesa?- me pregunto con una sonrisa y se apoyo sobre sus codos en la mesa.

Le sonreí y me senté en la mesa, era una costumbre que tenia.

- Podría serlo, pero no, ¿Te apetece sentarte con nosotros? - le señale mi mesa donde todos me miraban con atención.

- No, gracias prefiero estar solo.

Le quite una manzana verde que había sobre su bandeja, la mordí:

- Tú sabrás, marginado.- Me baje de la mesa.

De repente lo tenía detrás de mí, me quito la manzana que había mordido.

- La venganza es dulce así que ten cuidado.- Sonrió y mordió la manzana por el mismo lado que yo.

Se fue sonriendo triunfal. ¿Pero que había pasado?

 

¿Me gustaba ese chico? Me pregunte a la salida del instituto.

- Eso está claro- me respondió mi subconsciente.- Gracias- le conteste ironicamente. Estaba lloviendo pero la verdad es que no me importaba, estaba demasiado sumida en mis pensamientos. Seguí caminando hacia mi coche. No vi un pequeño charco que por culpa de la lluvia se había llenado de barro.

Nada más mi pie toco el charco, mi pie resbalo. Solo agarre mis libros fuertemente y cerré mis ojos. Adiós ropa, adiós zapatillas y hola vergüenza.

Solo esperaba el momento en el que aterrizará sobre el suelo mojado. En vez de eso unos brazos fuertes me agarraron. Su contacto hizo saltar chispas en mi cuerpo. Abrí de golpe los ojos y me encontré con su mirada marrón clara, estaba serio, tenso y no se porque pero yo me puse igual. Su mirada comenzó a colorearse de amarillo y su pecho comenzó a subir y a bajar rápidamente.

Me levante mirándole como si fuera una amenaza de repente:

- Gracias.

El salio corriendo agitado y yo me dirigí a mi escarabajo azul claro.

Me senté en el coche y note como mis manos temblaban. Me mire las manos y no podía creer lo que estaba viendo. Mis manos centelleaban en un color azul zafiro. Mi cuerpo tenía una energía que no había sentido en mi vida. Mire mi cara en el espejo retrovisor del coche. Mis ojos se habían vuelto del mismo color que mis manos.

No podía ser. Cerré los ojos fuertemente y comencé a respirar despacio. Cuando abrí los ojos, estos habían vuelto a su azul habitual y mi manos ya no brillaban. Agarre el volante y conduje lo mas rápido posible a mi casa.

Llegue y encontré a Cassandra:

- ¿Qué te pasa? –me pregunto preocupada.

- Mira – le dije con temor.

Volví a pensar en la sensación que tuve al lado de Justin y sentí de nuevo esa energía recorrer mi cuerpo.

Mire mis manos y volví a ver ese resplandor.

Cassandra me miro y sonrió:

- Ya era hora.

La mire sorprendida, me relaje e hice que el resplandor desapareciera:

- ¿De que hablas?

- Eres una cazadora bruja.- me contesto tranquilamente.

Mi cara de asombro no podía ser mayor.

-¿De qué hablas?

- Este mes no vas a clase tenemos que posponer tu fiesta de cumpleaños. Recoge algo de ropa. – Agarro su teléfono y marco un numero- Posponer la fiesta al mes que viene y que ahora sean dos una de etiqueta y otra juvenil.- Y subió las escaleras.

- ¿Etiqueta? ¿Dos fiestas? – pregunte incrédula y a la vez enfadada.

Respire hondo unas cuantas veces para relajarme. Comencé a pensar en cosas que me gustaran para que mis manos no volvieran a arder azules. Pensé en el cielo por la noche lleno de estrellas. De repente note que no había suelo bajo mis pies. Abrí los ojos de golpe:

- Lo que me faltaba. ¡Casandra, ven a ayudarme por favor!

Estaba flotando en el aire. Casandra apareció por las escaleras y comenzó a reírse.

- ¿Te quieres dejar de reír y ayudarme?

- Piensa que desciendes poco a poco hasta que tus pies toquen el suelo.

Hice lo que me dijo y poco a poco descendí hasta que mis pies tocaron delicadamente el suelo.

- ¿Y ya que estoy descubriendo mis supuestos poderes, leer la mente es uno de ellos?

Me miro incrédula:

- Bueno eso solo lo podían hacer ciertas personas y eran muy pocas aunque lo de elevarte también.- Agarro el teléfono.

- ¿Vas a llamar esta vez a la prensa o qué?

Se rio:

- Alguien mejor. - Coloco el auricular en su oído- Hola Alex, ya ha ocurrido, si ahí nos vemos.- colgó el teléfono mientras sonreía.

- ¿Quien es Alex?- puse una cara traviesa- ¿te gusta?

- No, demasiado joven- me contesto mientras sacaba mis flechas, mi arco y mi carcaj- Pero fue el estudiante de tus padres. Y es muy guapo – dijo sonriendo intencionadamente.

Salió a fuera y había una limusina esperando, metió sus maletas y mis cosas en el maletero con ayuda del chofer:

- ¿Y esta limusina?

- Sera mejor que cojas tus cosas importantes, porque yo solo te cogido las cosas básicas. Despídete de Strom y cuando estés dentro de la limusina contestare todas tus preguntas.

- De acuerdo.

martes, 1 de enero de 2013

CAPITULO 1

 
Me llamo Maddie. Soy alta, con el pelo castaño como mi madre y los ojos azules de mi padre. Mi pelo es liso y mi cuerpo creo que no esta mal, llevo demasiado tiempo haciendo ejercicio con mi prima. Mis padre fallecieron en un accidente en el bosque hace 5 años y como era menor de edad comencé a vivir con mi prima Cassandra. La perdida de mis padres me costo mucho superarla pero con la ayuda de Cassandra volví a encontrarme. Lo que mas me dificulto superarlo fue esa sensación que recorría mi cuerpo cada vez que pensaba en ello, sentía como… si no hubiese sido un accidente.

Estudio en el instituto Loodway, es el único instituto que hay en este pequeño pueblo llamado Wornton. Pronto cumpliré los 18 y Cassandra quiere celebrarme una fiesta, pero yo no quiero. No es que sea marginada o algo así, si no todo lo contrario lo que pasa es que prefiero celebrarlo con mis mejores amigos y mi prima Cassandra que también es como mi mejor amiga.

Mis mejores amigos son Nataly y Max. Les conozco desde pequeña, Max al llegar al instituto se metió a fútbol y poco a poco se fue distanciando aunque siempre que lo necesitaba estaba ahí. Así que desde hace unos años solo estoy con Nataly. Nataly es la hija del alcalde. Tiene el pelo marrón clarito como sus ojos. Era muy guapa no lo iba a negar. Le encantaba cotillear sobre chicos, moda y todo lo que estuviera en su revista favorita.

Mis aficiones… Tengo muchas pero sobre todo las que me enseñaron mis padres. Me gustaba el tiro con arco, ya que mi padre me enseño desde pequeña. Montaba a caballo desde los 6 años que fue cuando comencé a salir de paseo con mi madre. No se porque pero tres años antes de que fallecieran mis padres, mi padre comenzó a enseñarme como atacar y defenderme. El día que fallecieron me dijo antes de salir junto a mi madre:

- Te queremos y pase lo que pase queremos que seas fuerte, practica todo lo que te hemos enseñado y jamás lo olvides. – Me besaron y salieron por la puerta.

Estas palabras me indicaban que no había sido un accidente y por mas que se lo repetía a mi familia me decían que no.


Me despierto cansada. Me asomo por la ventana y esta lloviendo, veo el bosque detrás de mí casa donde esta el establo del caballo de mi madre que ahora era mío.

Es un caballo negro tan oscuro como la noche y se llamaba Strom.

Me vestí mis pantalones con una camisa, mi pequeño gorro de lana y mis convers. Agarre mi bandolera y mis libros en los brazos. Bajo las escaleras saltando cada escalón.

Entre a la cocina y encontré a Cassandra desayunando:

- Buenos días- mientras le doy un beso en la mejilla.

- Buenos días.

Me siento y unto una tostada con mermelada:

- Dentro de 5 días es tu cumple.- rompe el silencio Cassandra.

- Ya lo se, pero es que sabes que no me apetece…- le conteste mientras mordía la tostada.

- Le prometí a tus padres que lo celebraríamos.

- Vale de acuerdo- me rendí, llevaba demasiado tiempo insistiendo y tampoco creo que me fuera a morir por celebrar una fiesta.

Mire el reloj:

- Me tengo que ir.- le di un beso, agarre mis llaves y salí en dirección a mi escarabajo azul.

La entrada estaba empapada y más de una vez casi me resbalo pero llegue a mi escarabajo. Me metí y encendí la calefacción. Introduje las llaves en el contacto y rápidamente gruño mi pequeño escarabajo.

El bosque no me daba miedo, si os digo la verdad me encantaba. Mi casa se adentraba en un bosque.
Llegue al final del sendero y me introduje en la carretera principal.

Llegue al instituto, busque una plaza junto a un… ¿Porche negro?
Este coche no pertenecía a nadie del instituto, me preguntareis como lo se, pero es que me conozco a todo el pueblo gracias a que mi padre era el medico del pueblo.

Agarre mis libros y camine corriendo bajo la lluvia hasta la entrada.

Me dirigí a mi taquilla entre saludos a la gente.

Deje mis libros y nada más cerrar la taquilla me abordo Nataly:

- ¡Maddie!- gritaba mientras daba saltito.

- ¿Han sacado tu revista favorita?

- ¡Siii! ¿Cómo lo sabes?

- No se por intuición- Comencé a reírme.

- Vamos a leer tu horóscopo: Te llevaras sorpresas esta semana pero tendrás que afrontarlas con valor.

- Genial – dije con ironía. Siempre que Nataly me leía el horóscopo todo lo que ponía ocurría.

Nataly se quedo pensativa ¿En qué estaría pensando?- me pregunte:

- “Madre mía el chico nuevo es guapísimo, tengo que contárselo a Maddie”

- ¿De que chico me tienes que hablar?- le pregunte sonriendo.

- ¿Cómo sabias que te tenia que hablar de eso?

- Lo has dicho.

- No que va.- Negaba ella rotundamente

Un momento, ¡No podía ser! ¡Le acababa de leer la mente a Nataly! No, no debía estar alucinando, no podía ser. Respire profundamente:

- ¿Y cuéntame?

- Es un chico guapísimo aunque da un poco de miedo. Es nuevo.

- Amm.

- ¿Por qué cuando te hablo de chicos parece que no te interesen?

- No se quizá es que tengo demasiadas cosas en la cabeza como para andar pensando en chicos con las hormonas aceleradas

- Que rara eres.- me dijo con una sonrisa.

- Ya lo sé, venga vamos a clase que llegamos tarde.

Bueno, pues como os he dicho aqui esta mi nueva historia. Abajo hay dos encuestas, a la derecha esta el ojo de la protagonista porque son especiales. Cualquier pregunta o duda me lo poneis en un comentario. Segidme aqui tambien por favor. Comentar. Besitos, espero que os guste.
Firmado: Sarus