Subí las escaleras corriendo hacia mi habitación. Agarre un bolso bastante grande y metí la ropa que creía importante, pero prácticamente ropa cómoda. Agarre mi teléfono y algo indispensable para mí, la foto de mis padres.
Baje, metí la maleta en el maletero y me fui a meter en la
limusina pero Cassandra me agarro y me pregunto:
- ¿A dónde vas así?
- Pues no lo sé- le dije sacándole la lengua.
- Anda ven- me agarro de la mano y me arrastro a mi
habitación.
- Vete quitándote la ropa ahora vuelvo.
Me quite la ropa y me quede en ropa interior. Apareció
Cassandra con un vestido corto, azul zafiro y unos zapatos de tacón.
Rápidamente reconocí ese vestido:
- Es de mi madre- Dije mientras me lo deslizaba en el
cuerpo. Me puse los zapatos.
- Estas preciosa. – Dijo mientras me sentaba frente mi
tocador y me peinaba el pelo.- Ahora sí que estas perfecta. Vamos que tenemos
un largo viaje.
Bajamos juntas pero antes de subirme a la limusina me dirigí
al establo. Ahí estaba Strom, mirándome con cara triste. Me acerque a él y le
acaricien el hocico, el se acerco a mí colocando su cabeza sobre mi hombro:
- Te quiero y no te preocupes pronto volveré. – Le di un
beso y me aleje.
Me monte en la limusina y emprendimos nuestro viaje.
-¿Quién va a cuidar de Strom?- pregunte preocupada.
- Tranquila lo tengo controlado.- Me contesto Cassandra.
- Tienes que contarme algo.
- ¿Por dónde empiezo?
- Por el principio- le conteste mirando por la ventana.
- De acuerdo- Respiro profundamente y comenzó- Tus padres se
casaron al pertenecer de la realeza, tu madre se salto las reglas- sonrió- y se
caso con tu padre sin el permiso de tu abuelo. Comenzaron a gobernar un mundo
distinto al que tú conoces, un mundo de magia y seres que no creías que
existían. Mantuvieron la paz entre las distintas especies. Tu madre se quedo
embarazada de ti y cuando te tuvieron no querían involucrarte en ese mundo por
lo que se alejaron para vivir una vida normal junto a ti. Mantenían su reinado
desde tu casa. No sabemos quién ni porque pero fueron asesinados. No podías reinar
ni aprender a cazar hasta que consiguieras tus poderes y eso al fin ha
ocurrido. Aunque tus padres comenzaron a enseñarte a defenderte y atacar desde
antes por precaución.
- ¿Reinar yo?
- Si.
Sentí un miedo recorrer todo mi cuerpo y otra vez la luz en mis
manos:
- ¡Pare el coche!
El chofer rápidamente me hizo caso. Me baje en la carretera
y comencé a dar vueltas. Mis manos llameaban azules pero no me importaba solo
pensaba en que iba a hacer cuando llegara ahí.
- Maddie por favor relájate.
- ¿Cómo quieres que me relaje?- grite y las llamas de mis
manos aumentaron.
- Vas a tener ayuda de tus abuelos y vas a practicar, por
favor relájate que te vas a estropear.
Poco a poco me fui relajando y las llamas azules de mi mano
desaparecieron. Me monte en el coche y me senté a observar por la ventana.
El viaje en limusina solo fue hasta el aeropuerto el demás
trayecto fue en un avión privado. Estuve observando por la ventana y vi como
aterrizábamos una enorme isla en medio del océano.
Baje del avión e intentaba no ponerme nerviosa, cada persona
que me veía me hacia una reverencia:
- ¿Cómo saben que soy yo?- le pregunte curiosa.
- Por eso- señalo mi cabeza y había una pequeña corona.
- ¿Cómo ha llegado esta corona aquí?
- Aparece cuando llegas a la isla.
- ¿Y nunca desaparece?
- Desaparece cuando se complete tu tatuaje real.
- ¡Qué bien!- dije con ironía- un tatuaje.
A la salida del aeropuerto nos esperaba otra limusina.
Recorrimos las calles de la isla hasta llegar a un puente
que llevaba a un castillo de estilo cuento de hadas. Llegamos al castillo y
varias personas me hicieron una reverencia antes de recoger nuestro equipaje.
Entre en el castillo y había una fila de mujeres a mi
derecha y otra de hombres a mi izquierda, todos vestidos con sus uniformes.
Mientras pasaba se agachaban uno por uno. Llague a una enorme escalera dividida
en dos con un cuadro enorme de mis padres conmigo en brazos. Note como las
lágrimas comenzaban a asomarse por mis ojos. Me las quite con el dorso de la
mano sin estropear el poco maquillaje que llevaba:
- ¡Maddie!- Oí un grito detrás de mí.
Me gire y ahí estaba mi abuela y mi abuelo.
- ¡Abuela, abuelo!- me lance corriendo a sus brazos.
- Te hemos echado de menos mi niña.- me beso la frente mi
abuelo.
- Haber que es lo que tienes- me dijo mi abuela sonriendo.
Me concentre y hice que la energía fluyera por mi cuerpo
hasta sentir ese calor en mis manos. Al abrir los ojos me encontré de nuevo
flotando en el aire, debía de ser la felicidad que sentía por ver a mis abuelos
la que me hizo elevarme:
- Muy bien, tendrás que aprender a controlarlos.
Poco a poco me imagine descendiendo y baje con cuidado hasta
el suelo. Me relaje otra vez y las llamas desaparecieron.
Comencé a sentir un ardor en mi muñeca y cuando la vi había
un pequeño cacho de un tatuaje, que por cierto no sabía lo que iba a ser. Le
enseñe la muñeca a mi abuelo.
- Muy bien poco a poco conseguirás tu objetivo.
Un grito se oyó y mi tío Tom apareció y me cargó en sus
hombros
- ¡La reina Maddie!
- Tío bájame- le suplique.
Me bajo despacio. Me coloque de nuevo el vestido. Me gire a
seguir charlando con mis abuelos:
- ¿Y Alex? – pregunto Cassandra guiñándome un ojo.
Unas puertas se abrieron de golpe:
- ¡Aumentar la vigilancia en todo el pueblo y máxima
vigilancia en el castillo!- Grito un chico seguido de uno de los guerreros. Me
dio la espalda y les hizo una reverencia a mis abuelos.
- Majestades, perdonen el grito solo intentaba aumentar la
vigilancia para la pequeña Maddie.
¿Pequeña? Pero este tío que se cree.
- Alex- le llamo Casandra- ¿Cuánto tiempo?
Se dieron un abrazo:
- Si y que lo digas ¿y Maddie?
Estaba ciego ¿o qué?
Mi cara de furia no podía ser mayor y note ese picor en mis
manos. Las llamas azules aparecieron y mis abuelos se asombraron:
- Por favor relájate.
Alex se giro y me miro. Nuestras miradas rápidamente se
encontraron y entonces ocurrió, le escanee de arriba abajo. Tenía los ojos
verdes como la hierba. Unos labios carnosos y rosados que toda mujer desearía
besar. Su nariz era recta añadiendo perfección a su duro pero dulce rostro. Su
pelo marrón despeinado hacia arriba le daba más atractivo. Su cuerpo musculoso,
pero no llegando a parecer un colchón con tantos bultos, tenía una forma que le
hacía irresistible.
Vi su cara de asombro y rápidamente hizo una reverencia
hacia a mí. Necesitaba relajarme aunque sabía que esta furia no iba a
desaparecer del todo. Mis manos dejaron de centellear.
- Ustedes dos necesitan hablar así que les esperaremos en el
comedor.
Todos desaparecieron y quedamos solo él y yo en esa enorme
entrada.
Sin mirar atrás me dirigí a una enorme terraza que daba al
bosque que rodeaba el castillo y se podía ver la ciudad desde allí. Agarre la
barandilla con mis manos fuertemente:
- Lo siento.- me dijo.
- ¿Por qué?- le pregunte sin dejar de ver ese paisaje.
- Por lo que acaba de suceder.
- No tiene importancia.
Se apoyo en la barandilla:
- Tus entrenamientos comienzan mañana.
- Lo suponía- le conteste.
Me gire le sonreí y camine hacia el comedor, que por algún
casual sabia donde estaba.
El caminaba a unos cuantos metros de mi pero nunca
acercándose.
Siento haber tardado en publicar, las clases me roban la mayoria de mi tiempo asi que casi no encuentro espacio para publicar. Por eso como recompesa he publicado dos capitulos y este se lo dedico a Ernesto que se que le va ha hacer ilu jajaja. No tardare tanto esta vez os lo prometo ;)
Espero que os gusten. Besos y comentar :)
Firmado: Sarus