domingo, 17 de marzo de 2013

CAPITULO 5


Alex:
Llegar al castillo y verla en el suelo arrodillada con todos alejados fue lo único que necesitaba. Corrí hacía ella rápidamente mientras ella se derrumbaba. Me tire en el suelo y derrape justo a tiempo de llegar y cogerla sobre mis rodillas.

La agarre en brazos y me levante rápidamente. Corrí hacia su habitación con todos los demás detrás.

- Por favor Alex no te vayas-  me susurro agarrándose a mi camiseta.

- Tranquila te prometo que no te voy a dejar.

Llegue a su habitación y la coloque en su cama. 
Su prima, sus abuelos y su tío daban vueltas de un lado para otro. Yo solo me quede a su lado observándola.  ¿Pero que me había hecho?  Era la pregunta que mas giraba en mi mente. Si la había ignorado al principio y fue aposta, nunca me imagine que fuera ella aquella pequeñaja que intentaba distraerme cuando su padre me daba clase. Tengo 24 años y soy el “hijo adoptado” de su padre más o menos.
 Fui abandonado a muy temprana edad y los padres de Maddie me acogieron, me educaron, me enseñaron y me dieron amor. Es como si fueran mis padres no podía sentir esto. ¿Qué iba a hacer?

Vino un medico y dijo que se desmayo por agotamiento y estrés. Todos se fueron y me quede solo con ella.

Todavía llevaba ese vestido azul y los tacones. Debía de estar incomoda. 
Me acerque y le quite los zapatos con cuidado, los deje al borde del armario. Abrí el armario para buscar algo que ponerle. “Mierda” No había nada y tampoco me iba a poner a buscar en su maleta. Decidí salir para que Casandra le trajera algo, pero en cuanto me acerque a la puerta un círculo de llamas la rodeo y una corriente susurro “Lo prometiste”

- Genial.

No me quedaba otra. Me quite la chaqueta y a continuación la camiseta. Comencé a quitarle el vestido. Lo que me faltaba ¿esta chica como podía vestirse así? Nunca me la imaginé con ropa interior de lencería, no iba negar que la chica estuviera genial. Tenía unas curvas perfectas y unas piernas que bajaban largas desde su cadera. Rápidamente le puse mi camiseta no podía seguir mirándola:

- ¿Alex?- susurro.

- Si, tranquila yo estoy aquí- le acaricie el pelo.

Ella me rodeo el cuello y me atrajo hacia ella hasta quedar encima de ella.

- ¿Qué haces?- le pregunte.

- No sé.

La toque y estaba ardiendo:

- Mierda debes de estar ahora mismo como borracha.

Se rio:

- ¿Quién sabe? ¿Me has emborrachado?

- Jamás haría esa cosa- Le conteste consternado porque pensara eso y lo peor, aún estaba sobre ella.

- ¿Por qué nunca lo harías?- me pregunto con una sonrisa.- ¿Es que te gusto?

Lo que me faltaba, ¿Qué iba a hacer yo ahora?  ¿Le contesto que sí?, ¿qué me gusta demasiado para que después no se acuerde?

Sus brazos tiraron más de mi cuello hasta que nuestras narices se tocaron.

- Pues que sepas que tu a mi me encantas- y se acerco mas.

Estampo sus labios con los míos y casi grito. Sus labios quemaban y mucho. Pero aun así le seguí el beso, que por cierto me encantaba aun con ese dolor terrible en mis labios. Le agarre la cara con mis dos manos mientras le acariciaba la mejilla, ella comenzó a bajar sus manos por mi pecho.

Mi mente se encendió de repente cuando note que volvía a desvanecerse en mis brazos. Me aleje de ella y toque mis labios que ahora ardían:

- Me gustas demasiado. ¡Pero qué he hecho!- pegue una patada a una silla que salió disparada hasta chocar con la pared, menos mal que estaban hechas para soportar cualquier cosa porque sino ya hubiese quedado echa añicos.

Recogí la silla y la volví a colocar en su sitio. Me senté sobre ella frente la cama e intente dormir.

Me desperté cuando el sol comenzaba a salir, desde que la bese solo soñé con ella y no iba a mentir me había encantado. Me dolían algo los labios así que me levante y me dirigí al cuarto de baño de la habitación.

Maddie:

Me volví a revolver sobre la cama, me estire y abrí los ojos con dificultad por culpa del sol. Contemple el techo que eran unas cortinas que cubrían la cama. ¿Cómo había llegado allí? ¿Qué había pasado después de sentir como si me estuviese quemando y pedir ayuda a esos elementos que había descubierto que podía controlar?

Me pase la mano por el pelo resoplando. De repente vi mi muñeca, una sonrisa apareció en mi cara. En mi muñeca se encontraba un perfecto tatuaje del signo del infinito y debajo ponía “INFINITY” Al menos era precioso y bonito. 
Me incorpore sobre la cama y contemple toda la habitación. Un recuerdo vino a mi mente: Alex

- “¿Cómo es posible que me pueda haber hecho esto? No iba a poder besar a nadie en bastante tiempo y lo peor como le explico lo que ha sucedido” –oí en mi mente.

De repente Alex apareció por el baño con la cara mojada, tenía los labios hinchados y rojos y sin contar las marcas de unas manos sobre su pecho desnudo… ¿Desnudo?

Me mire y vi como yo era la que llevaba su camiseta.

- ¡Oh dios mío!- grite saltando de la cama.

Me acerque a él:

- ¿Dime que no ha pasado lo que creo?

No me contestaba. Así que decidí leer en su mente y pude ver perfectamente imágenes de lo que había sucedido.

Mi cara de asombro fue mayor:

- Veo que no te acuerdas de nada, es mejor.

- Lo acabo de ver en tu mente.

Me miro asombrado:

- Genial, ¿hay algo que no sepas hacer o controles?- me pregunto molesto.

- Siento mucho mi comportamiento de ayer. – mientras me acercaba a él.

Me miro enfadado y me dijo:

- Pues yo no, ojala hubieras estado consciente.- su mandíbula se había tensado y sus manos estaban hechas un puño.

Unas palabras pasaron por su mente:
 “Me gustas demasiado”

Decidí ignorarlo. Me acerque a él para ver como tenía los labios por mi culpa, pero se alejo enfadado:

- ¿Qué te hice?

Me miro furioso:

- Besarme mientras ardías. ¿Sabes que todo esto es tú culpa?

- ¡Pues haberte ido!- le conteste ya realmente cabrada.

- ¡No podía!- me grito mientras se acercaba a la puerta.

De repente un circulo de fuego rodeo la puerta. Chasquee los dedo y el circulo desapareció y por lo tanto Alex abrió la puerta y se fue corriendo dando un portazo.

Me senté en la silla y supe que iba a ocurrir. Lagrimas comenzaron  a caer por mis ojos. Todo esto era nuevo para mí. Sentí que no encajaba en este lugar ni en ningún otro. Era algo inevitable que sabía que tarde o temprano iba a pasar.

La puerta se volvió a abrir. Levante la cabeza de entre mis manos y pude ver como Alex me contemplaba triste.

- ¿Qué quieres? –le dije.

Se acerco y se agacho hasta que nuestras miradas se encontraban una con otra:

- Lo siento-  y me quito los restos de las lágrimas que quedaban en mis mejillas.

- No lo siento mucho, yo no sabía lo que hacía y…

No pude terminar porque Alex pego sus labios con los míos. Al principio no me moví seguí algo confusa. “A la mierda, sí que me gusta”

Enrede mis manos en su pelo y continúe con su beso. Tire de el hacia mí, me estaba volviendo loca sus labios, eran tan suaves, fieros y dulces a la vez. Una sensación extraña recorrió mi cuerpo, como si fuera adrenalina y un pequeño cosquilleo en el estomago que pedía mas de sus besos. Nuestras bocas no se querían separar pero comenzaba a faltarnos el aire. Nos separamos y juntamos nuestras frentes respirando entrecortadamente:

- Me gustas y demasiado. – Me dijo con una sonrisa.

- Imbécil – le dije con una sonrisa.

- ¿Y tú tienes algo que decir?

Le saque la lengua infantilmente y el sonrió ampliamente:

- Vale lo admito, como dije ayer me encantas.

Se levanto, agarro mi mano y tiro de mi metiéndome en sus brazos y comenzó a hacerme girar como un loco.

- Vale, vale, pero bájame por favor.

Me dejo en el suelo.

- Haber- le agarre la barbilla y le mire los labios.- No te muevas.

Coloque mi mano sobre sus labios y otra en su pecho.
“Aire frio por favor ven y refréscale. Hierbas medicinales pertenecientes a la naturaleza por favor venir y curar lo que vuestros elementos han provocado”
Un fulgor azul blanquecino apareció en mis manos. Note como Alex se relajaba y suspiraba de alivio.
“Gracias” Y el fulgor desapareció.

Quite las manos y pude ver como las quemaduras habían desaparecido sonreí ampliamente.

- Tengo una condición- Alex abrió los ojos de golpe.

- ¿Qué condición?

- Sigues siendo mi mentor y profesor así que nada de rozamiento y cariños en pleno entrenamiento. Necesito controlarme y aprender a utilizar todo esto así que si necesitas ser algo duro, selo.

- Vale – sonrió y se acerco para juntar otra vez sus labios sobre los míos.

Un toque en la puerta y un tosido hizo que nos separásemos.

- Veo que ahora os lleváis genial- me guiño un ojo Cassandra.

- Yo me tengo que ir- Me miro- te espero abajo dentro de un rato para empezar con el entrenamiento.- Me beso la frente y esquivo a Cassandra para salir por la puerta.

- ¿Pero qué es esto?- me pregunto Cassandra mientras cerraba la puerta.

- Por favor me tengo que arreglar y…

- ¿Llevas la camiseta de Alex y por eso estaba el sin camiseta?

Asentí:

- Cariño esta buenísimo.

Me reí:

- ¿Qué me pongo?

- Algo sexy- dijo con una sonrisa traviesa.

- Le dije que cuando practicásemos fuera mi profesor y punto.

- Pero se puede tentar al profesor ¿no?- dijo mientras abría mi maleta y sacaba un pantalón corto deportivo junto a una camiseta de tirantes.

Me las lanzo y me metí al baño. Me puse todo, agarre unas zapatillas, me recogí el pelo en una coleta bien alta.

Siento no haber publicado durante todo este tiempo pero por motivos como las clases y los examenes finales no he podido, por eso doble capitulo bien largo ;) Espero que os gusten comentar. Besos.
Firmado: Sarus


CAPITULO 4


La comida fue extraña solo asentía y sonreía. 

Subí a la que era mi habitación. Y otra sorpresa mas ¿Qué pasa aquí todo es de en sueño?
Ya no aguantaba más esta sensación necesitaba salir y descargarla.

 Corrí por las escaleras con el vestido y los tacones. Abrí las enormes puertas y me dirigí rápidamente al establo. Comencé a buscar un caballo y vi uno precioso marrón claro. Le acaricie y pareció aceptarme. 

Le coloque la montura rápidamente y me monte encima de él. Necesitaba unas flechas y no había cogido las mías. Vi a un guerrero parado con unas:

- Deme sus flechas y su arco guerrero.

El me las entrego haciendo una reverencia:

- Gracias.- Agite las correas y le di con el pie para que volviera el precioso caballo a correr.

Los caballeros al verme iban abriendo todas las puertas para que pudiese salir.

Fuera del bosque aceleré el paso, pero oí los cascos de otro caballo seguirme. Hice que mi caballo acelerara más y paramos en un claro rodeado por un círculo con árboles. Cada árbol tenía una diana pintada.

Me baje respire profundo. Me coloque el carcaj con las flechas en la espalda y me situé en el centro del claro. Saque una flecha y la coloque sobre la cuerda que había sobre mis manos. Tire de la cuerda agarrando la flecha, hasta que la cuerda me rozo la mejilla. Cerré un ojo y divise el objetivo de mi diana. Cuando lo tuve visto, solté la cuerda y la flecha voló rectamente justo hacia el centro de la diana. Comencé a hacer este proceso más rápidamente dando a todos y cada uno de los arboles con una diana pintada. No falle ninguna y eso hizo que esa sensación que me frustraba desapareciera. 
Iba a lanzar mi última flecha cuando por instinto me quede en silencio y oí el crujido de unas ramas.

Me gire hacia de donde venia el ruido y apunte fijamente:

- Sal de ahí de una vez- dije con voz normal.

De entre la oscuridad de los arboles apareció Alex, no sé si fue el asombro o porque, pero por alguna razón aun desconocida solté la cuerda y  la flecha se dirigió hacia el centro de la cabeza de Alex. El rápidamente se alejo y la flecha dio a la diana que había en el árbol de detrás.  

- Siento lo de antes, pero no es para que quieras matarme- me dijo con una sonrisa.

- Lo siento, no sé qué ha pasado. Pero te lo mereces.- le dije mientras me giraba.

- Lo siento es que no te había reconocido, estas mas…- se toco el pelo frustrado.

Le mire:

- ¿Mas qué? 

 - Mas grande, mas cambiada, distinta, y…

- ¿Te gusta dejar las frases sin terminar?

Me miro y sonrió:

- Y más guapa.

Note como mis mejillas se volvían rojas.
- Comencemos desde ahora tu entrenamiento, dame el arco.

Se lo lance y lo cogió al vuelo. Saco la flecha de la diana. La coloco sobre el arco y me apunto directamente al pecho.
- ¿Estás loco?- le dije mirándolo horrorizada.

- Si, pero necesito que desvíes la flecha con tus poderes.

- Vale.

Tiro de la cuerda y la soltó. La flecha comenzó a dirigirse hacia mi pecho.

- ¡No estoy preparada! – Grite asustada.

La flecha se desvió de su camino y volvió a las manos de Alex.

- ¿Tienes poderes?- le pregunte asombrada por lo que acaba de hacer.

Sonrió:

- Fui estudiante de tus padres, ¿de qué crees que fui estudiante? Venga otra vez.

Volvió a hacer lo mismo que antes. La flecha volvía a venir directa hacia mi pecho. Alce las manos, solo pensé en detener esa flecha. La flecha se detuvo, sonreí y la hice girar al movimiento de mis manos hacia él. El sonrió e hizo que la flecha volviera a mí.
 La esquive sin darme cuenta y mi instinto hizo que señalara la flecha con la mano y esta se paro. Sonreí intencionadamente y esta volvió a mis manos. La agarre entre las manos, una corriente naranja surgió de mis manos y la flecha se hizo ceniza. 
Mire a Alex y me miro sorprendido. Sople sobre las cenizas y estas desaparecieron en el aire. Me quede cruzada de brazos y Alex me miraba intrigado. La flecha de repente se materializo frente  él, la detuve. Hice que el viento arrastrara la flecha hacia una de las dianas y se clavara justo en el centro. 

Quería intentar una cosa. Me agache y toque el césped que había bajo mis pies con la mano. Pensé en mi flor favorita: la rosa. Cerré los ojos y me imagine crecer una preciosa flor en ese césped.

Abrí los ojos y pude ver como una rosa crecía rápidamente. Sonreí y la agarre entre mis dedos. La flor como si yo se lo hubiera mandado se desprendió del césped con cuidado.
Alex no daba crédito a lo que veía, o al menos era lo que demostraba su cara de asombro.

Poco a poco me fui acercando a Alex que se echaba para atrás hasta quedar pegado a un tronco. Me acerque y apoye mi mano en el tronco detrás de el, pensé: “Atrápale”. Me acerque a su oído y le susurre:

- Vuelve a llamarme pequeña y será peor.

Me aleje de él y vi como una  planta enredadera le comenzaba a rodear el cuerpo hasta dejarlo inmovilizado.  

Me volví al centro del claro. Me coloque la rosa en el pelo, sobre la oreja. Silbé y apareció el caballo marrón, de  un salto monte rápidamente sobre él. Antes de irme le mire y le lancé un guiño junto con un beso. Pensé: “Por favor en cuanto desaparezca entre esos árboles suéltale” Sentí como si la naturaleza me susurrara un “Por supuesto”. “Gracias” conteste mentalmente.

Agite las correas y el caballo se puso en marcha rápidamente haciéndonos desaparecer entre los árboles, me gire una vez y vi como la enredadera iba desapareciendo.

Jamás me había sentido así. Me sentí fuerte y podía sentir cada cosa a mí alrededor. El aire me agitaba el pelo con delicadeza y la naturaleza brillaba por sí sola. Las flores de repente todas estaban abiertas mirándome con su precioso brillo y distintos colores.

No me di cuenta hasta que me gire, por donde pasaba el caballo conmigo aparecían pequeñas flores y un césped de un verde brillante.

El caballo me llevo solo hacia el castillo.

Era un puente enorme de piedra blanca hasta llegar a la puerta, pero al verme la abrieron. Corriendo por el puente vi como se volvía a crear un camino de césped verde y brillante. Los guerreros y guardias miraban asombrados a mi paso. Rodeamos la fuente que había frente la puerta de la entrada al castillo. Me baje y le di un beso al caballo en su hocico y este se restregó en mi mejilla. 

Subí corriendo las escaleras y abrí las puertas rápidamente me encontré en la sala de entrada. Mi abuelo y abuela estaban esperándome:

- ¿Dónde estabas? – me pregunto mi abuela preocupada.

- Estaba…- no pude terminar.

Un terrible dolor apareció en mi muñeca como si esta se quemara. Grite de dolor. Mi abuela y abuelo se acercaron:

- ¡Nos acerquéis! – grite al notar que estaba ardiendo.

Note como mi cuerpo comenzaba a brillar de un color rojo, este color cambio al verde, al blanco y por ultimo al azul. Parecía una lámpara que cambiaba de color. El dolor se hacía intenso en mi muñeca y comenzó a recorrer todo mi cuerpo. Mis piernas no aguantaron más y me derrumbe de rodillas. Mi prima y mi tío entraron corriendo, se fueron a acercar:

- ¡He dicho que nos acerquéis! – grite.

Mi voz se amplifico y retumbo en todo el castillo. Todas las velas del castillo, que eran muchas, se encendieron de golpe.

Todos se giraron a ver lo ocurrido. Volví a gritar al sentir una especie de descarga y volvieron su atención hacia mí.

- Por favor hija déjanos…- Susurraba mi abuela, pero la podía oír perfectamente.

- ¡He dicho que no!

Respire hondo y dije:
- Por favor agua apágame.

Ellos me miraban intrigados.

Un pequeño lago apareció arrastrándose desde la puerta como una serpiente de agua. Choco contra mi cuerpo y me cubrió toda. Sentí un frescor.

- Gracias.- y el agua se evaporizo.

- Por favor aire refréscame.

Una corriente fría apareció a mí alrededor elevándome del suelo y levantándome el pelo. Reí 
por las cosquillas que provocaba.

- Gracias.- y el aire me dejo en mi posición anterior sobre el suelo.

- Tierra reconfórtame, por favor.

Un manto verde apareció bajo mis pies arrodillados y pude sentir ese olor a césped y flores.

- Gracias- el césped desapareció.

- Por favor fuego caliéntame.

Mi cuerpo se encendió naranja y un calor especial recorrió todo mi cuerpo.

- Gracias a todos- el fuego desapareció.

Las puertas se abrieron de golpe, me gire a tiempo de ver como Alex corría hacia mí. Mi vista se volvió borrosa y me derrumbe, sobre los brazos de Alex, creo.