La comida fue extraña solo asentía y sonreía.
Subí a la que era mi habitación. Y otra sorpresa mas ¿Qué
pasa aquí todo es de en sueño?
Ya no aguantaba más esta sensación necesitaba salir y
descargarla.
Corrí por las escaleras con el vestido y los tacones. Abrí las
enormes puertas y me dirigí rápidamente al establo. Comencé a buscar un caballo
y vi uno precioso marrón claro. Le acaricie y pareció aceptarme.
Le coloque la
montura rápidamente y me monte encima de él. Necesitaba unas flechas y no había
cogido las mías. Vi a un guerrero parado con unas:
- Deme sus flechas y su arco guerrero.
El me las entrego haciendo una reverencia:
- Gracias.- Agite las correas y le di con el pie para que
volviera el precioso caballo a correr.
Los caballeros al verme iban abriendo todas las puertas para
que pudiese salir.
Fuera del bosque aceleré el paso, pero oí los cascos de otro
caballo seguirme. Hice que mi caballo acelerara más y paramos en un claro
rodeado por un círculo con árboles. Cada árbol tenía una diana pintada.
Me baje respire profundo. Me coloque el carcaj con las
flechas en la espalda y me situé en el centro del claro. Saque una flecha y la
coloque sobre la cuerda que había sobre mis manos. Tire de la cuerda agarrando
la flecha, hasta que la cuerda me rozo la mejilla. Cerré un ojo y divise el
objetivo de mi diana. Cuando lo tuve visto, solté la cuerda y la flecha voló
rectamente justo hacia el centro de la diana. Comencé a hacer este proceso más
rápidamente dando a todos y cada uno de los arboles con una diana pintada. No
falle ninguna y eso hizo que esa sensación que me frustraba desapareciera.
Iba
a lanzar mi última flecha cuando por instinto me quede en silencio y oí el
crujido de unas ramas.
Me gire hacia de donde venia el ruido y apunte fijamente:
- Sal de ahí de una vez- dije con voz normal.
De entre la oscuridad de los arboles apareció Alex, no sé si
fue el asombro o porque, pero por alguna razón aun desconocida solté la cuerda
y la flecha se dirigió hacia el centro
de la cabeza de Alex. El rápidamente se alejo y la flecha dio a la diana que
había en el árbol de detrás.
- Siento lo de antes, pero no es para que quieras matarme-
me dijo con una sonrisa.
- Lo siento, no sé qué ha pasado. Pero te lo mereces.- le
dije mientras me giraba.
- Lo siento es que no te había reconocido, estas mas…- se
toco el pelo frustrado.
Le mire:
- ¿Mas qué?
- Mas grande, mas cambiada, distinta, y…
- ¿Te gusta dejar las frases sin terminar?
Me miro y sonrió:
- Y más guapa.
Note como mis mejillas se volvían rojas.
- Comencemos desde ahora tu entrenamiento, dame el arco.
Se lo lance y lo cogió al vuelo. Saco la flecha de la diana.
La coloco sobre el arco y me apunto directamente al pecho.
- ¿Estás loco?- le dije mirándolo horrorizada.
- Si, pero necesito que desvíes la flecha con tus poderes.
- Vale.
Tiro de la cuerda y la soltó. La flecha comenzó a dirigirse
hacia mi pecho.
- ¡No estoy preparada! – Grite asustada.
La flecha se desvió de su camino y volvió a las manos de
Alex.
- ¿Tienes poderes?- le pregunte asombrada por lo que acaba
de hacer.
Sonrió:
- Fui estudiante de tus padres, ¿de qué crees que fui
estudiante? Venga otra vez.
Volvió a hacer lo mismo que antes. La flecha volvía a venir
directa hacia mi pecho. Alce las manos, solo pensé en detener esa flecha. La
flecha se detuvo, sonreí y la hice girar al movimiento de mis manos hacia él.
El sonrió e hizo que la flecha volviera a mí.
La esquive sin darme cuenta y mi
instinto hizo que señalara la flecha con la mano y esta se paro. Sonreí
intencionadamente y esta volvió a mis manos. La agarre entre las manos, una
corriente naranja surgió de mis manos y la flecha se hizo ceniza.
Mire a Alex y
me miro sorprendido. Sople sobre las cenizas y estas desaparecieron en el aire.
Me quede cruzada de brazos y Alex me miraba intrigado. La flecha de repente se
materializo frente él, la detuve. Hice
que el viento arrastrara la flecha hacia una de las dianas y se clavara justo
en el centro.
Quería intentar una cosa. Me agache y toque el césped que había
bajo mis pies con la mano. Pensé en mi flor favorita: la rosa. Cerré los ojos y
me imagine crecer una preciosa flor en ese césped.
Abrí los ojos y pude ver como una rosa crecía rápidamente. Sonreí
y la agarre entre mis dedos. La flor como si yo se lo hubiera mandado se
desprendió del césped con cuidado.
Alex no daba crédito a lo que veía, o al menos era lo que
demostraba su cara de asombro.
Poco a poco me fui acercando a Alex que se echaba para atrás
hasta quedar pegado a un tronco. Me acerque y apoye mi mano en el tronco detrás
de el, pensé: “Atrápale”. Me acerque a su oído y le susurre:
- Vuelve a llamarme pequeña y será peor.
Me aleje de él y vi como una
planta enredadera le comenzaba a rodear el cuerpo hasta dejarlo inmovilizado.
Me volví al centro del claro. Me coloque la rosa en el pelo,
sobre la oreja. Silbé y apareció el caballo marrón, de un salto monte rápidamente sobre él. Antes de
irme le mire y le lancé un guiño junto con un beso. Pensé: “Por favor en cuanto
desaparezca entre esos árboles suéltale” Sentí como si la naturaleza me
susurrara un “Por supuesto”. “Gracias” conteste mentalmente.
Agite las correas y el caballo se puso en marcha rápidamente
haciéndonos desaparecer entre los árboles, me gire una vez y vi como la
enredadera iba desapareciendo.
Jamás me había sentido así. Me sentí fuerte y podía sentir
cada cosa a mí alrededor. El aire me agitaba el pelo con delicadeza y la
naturaleza brillaba por sí sola. Las flores de repente todas estaban abiertas
mirándome con su precioso brillo y distintos colores.
No me di cuenta hasta que me gire, por donde pasaba el
caballo conmigo aparecían pequeñas flores y un césped de un verde brillante.
El caballo me llevo solo hacia el castillo.
Era un puente enorme de piedra blanca hasta llegar a la
puerta, pero al verme la abrieron. Corriendo por el puente vi como se volvía a
crear un camino de césped verde y brillante. Los guerreros y guardias miraban
asombrados a mi paso. Rodeamos la fuente que había frente la puerta de la
entrada al castillo. Me baje y le di un beso al caballo en su hocico y este se
restregó en mi mejilla.
Subí corriendo las escaleras y abrí las puertas
rápidamente me encontré en la sala de entrada. Mi abuelo y abuela estaban
esperándome:
- ¿Dónde estabas? – me pregunto mi abuela preocupada.
- Estaba…- no pude terminar.
Un terrible dolor apareció en mi muñeca como si esta se
quemara. Grite de dolor. Mi abuela y abuelo se acercaron:
- ¡Nos acerquéis! – grite al notar que estaba ardiendo.
Note como mi cuerpo comenzaba a brillar de un color rojo,
este color cambio al verde, al blanco y por ultimo al azul. Parecía una lámpara
que cambiaba de color. El dolor se hacía intenso en mi muñeca y comenzó a
recorrer todo mi cuerpo. Mis piernas no aguantaron más y me derrumbe de
rodillas. Mi prima y mi tío entraron corriendo, se fueron a acercar:
- ¡He dicho que nos acerquéis! – grite.
Mi voz se amplifico y retumbo en todo el castillo. Todas las
velas del castillo, que eran muchas, se encendieron de golpe.
Todos se giraron a ver lo ocurrido. Volví a gritar al sentir
una especie de descarga y volvieron su atención hacia mí.
- Por favor hija déjanos…- Susurraba mi abuela, pero la
podía oír perfectamente.
- ¡He dicho que no!
Respire hondo y dije:
- Por favor agua apágame.
Ellos me miraban intrigados.
Un pequeño lago apareció arrastrándose desde la puerta como
una serpiente de agua. Choco contra mi cuerpo y me cubrió toda. Sentí un
frescor.
- Gracias.- y el agua se evaporizo.
- Por favor aire refréscame.
Una corriente fría apareció a mí alrededor elevándome del
suelo y levantándome el pelo. Reí
por las cosquillas que provocaba.
- Gracias.- y el aire me dejo en mi posición anterior sobre
el suelo.
- Tierra reconfórtame, por favor.
Un manto verde apareció bajo mis pies arrodillados y pude
sentir ese olor a césped y flores.
- Gracias- el césped desapareció.
- Por favor fuego caliéntame.
Mi cuerpo se encendió naranja y un calor especial recorrió
todo mi cuerpo.
- Gracias a todos- el fuego desapareció.
Las puertas se abrieron de golpe, me gire a tiempo de ver
como Alex corría hacia mí. Mi vista se volvió borrosa y me derrumbe, sobre los
brazos de Alex, creo.
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